Es una noche como todas, está oscuro, y muchas estrellas se dejan ver. Me subo al 140 y empiezo el recorrido de siempre, ése, que antes me traía del liceo y ahora me trae de la playa. Veo, como siempre, dos enamorados, mujeres con enormes bolsas, gente con la molestia de saber que lo que acaban de terminar, va a volver a empezar mañana (por algo le dicen rutina), y dos familias demasiado cargadas con pelotas inflables, palas, baldes, viandas e innumerables objetos playeros. Nada distinto.
Hace calor, hoy me siento en el asiento de atrás, así me refresco. Estoy tan concentrada en la nada que no escucho ni la música que sale de mi walkman, ni la espantosa mezcla que hace con la cumbia que escucha el chofer.
Me gusta la relación que se puede llegar a tener con tus compañeros de viaje, una silenciosa compañía que no notás completamente hasta que vos o tu callado amigo temporal baja del ómnibus. Yo estoy viendo a una niña de unos cuatro años que me mira fijo, no le importa si yo lo noto o si pienso algo sobre ella. Su remera, su pelo, todo está húmedo, hasta los baldes y palas que están el asiento a su lado. Está contenta y se ve la playa en su cara. Pero ya se paró, se baja en la siguiente parada. Ahora estoy sola. Pasamos por Concepción del Uruguay y me parece mentira que en segundos (o por lo menos en lo que a mi me parecían segundos) llegáramos hasta acá, sobretodo considerando lo mucho que tardo en llegar a ésta parada cuando mi programa favorito está empezando, o cuando por cualquier razón me urge llegar a casa. Es como afuera del ómnibus, en la vida cotidiana, que el tiempo parece no pasar cuando estamos aburridos, o en una situación incómoda y cuando estamos alegres o en buena compañía los minutos se nos escurren entre los dedos. En realidad, ahora que pienso, la vida es como un viaje de ómnibus. Hay gente que no importa lo que pase, va a seguir el viaje con nosotros, como el chofer y el guarda; hay gente que se sienta cerca o gente que se sienta lejos, pero siempre dentro del ómnibus; hay paradas que dejamos atrás aunque eso no sea lo que queremos, porque sólo así llegaremos a donde esperamos; algunos abren la ventana cuando tenemos frío y la cierran cuando tenemos calor, pero seguimos como si nada; varios se suben por poco rato, pero valen la pena; otros, que viajan parados, sólo quieren que nos bajemos para sentarse en nuestro lugar; hay personas que tienen que bajar antes que nosotros, aunque ni ellos ni nosotros lo queramos; y nosotros nos vamos a bajar antes que muchos, con el alivio de saber que, después de nosotros, muchos se van a subir y muchos otros van a descender a acompañarnos abajo. ¿Por qué un viaje en ómnibus me parece tan simple y la vida tan compleja si tienen tanto en común? Puede que el viaje sea más complicado de lo que pienso, no, no, la vida es más sencilla de lo que imaginaba. Nuestra existencia es simple.
¡Uy! Llegué a Propios, me tengo que parar. Creo que este viaje no fue tan inútil. Entendí que la vida es simple, y capaz que importa más asimilar eso, que asimilar lo aprendido en un día, una semana entera de clases. Capaz que ningún traslado en ómnibus es del todo útil, pero capaz que tampoco es del todo inútil.
Me bajo, y dejo solo al compañero silencioso de viaje, que había subido después de la nenita. Subo el volumen de la radio y, concentrada en la música, pierdo totalmente mi capacidad de reflexionar sobre cosas más o menos trascendentes. El viaje terminó
(Cuento que escribi en 2002 para un concurso de CUTCSA)
¿Ganaste algo con esto? ¿Cuando menos una mención honorífica? Porque honestamente encara abundante.
ResponderEliminarGANASTE ALGO TE PREGUNTAN?????????
ResponderEliminarClaro papaaaa, felíz ganadora anita.
Saben que tengo el boceto de ese texto ganador.
Felicitaciones anita por el premio aunque sea 5 años despues jejee.
y muy bueno lo del dominio, no me lo esperaba.
Besitos nena, que andes bien
TQM
ja es obvio que javi es tu alcahuetito mayor
ResponderEliminaryo no tengo alcahuetitosssssss
me encanta el cuento ya lo sabes
Ana, dedicate a escribir.
ResponderEliminarsi, apoyo la sugerencia de que te dediques a escribir, Ana.
ResponderEliminartu facebookeano amigo, Daniel.
Excelente el cuento. Me gustó mucho el cuento...tb que hayas ganado SprEi! yo tb siempre pienso en ese tipo de compañías y ese tipo de relacionamiento sin serlo, que se genera en una parada, en un bus...en una caja...etc. Felicitaciones!!! siga participando!
ResponderEliminar...borro un "cuento" del comentario...besos
ResponderEliminarhola amiga tas despierta, yo recien entro a trabajar, no tengo celular, te quiero!soy marina
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